domingo, 21 de octubre de 2007

¡Para este jueves!



¡Saludos a todos!

Les recuerdo que deben escribir una cuartilla y media en tema libre relacionada a la página en la que han de trabajar, tienen que enviarla a la dirección de correo dada en clase entre lunes y martes y llevarla impresa el jueves. A continuación encontrarán las diferentes secciones del periódico y un breve bosquejo de sus características, al igual que las normas para la elaboración de cuartillas.

Lean, investiguen, reflexionen, escriban y pulan sus redacciones antes de enviarlas.

*FRONTINO UNEFA, secciones:

-Opinión:
Artículos ADECUADAMENTE SUSTENTADOS por una investigación previa, en relación a temas de política, economía y actualidad.

-Vida UNEFISTA x2 Mérida y Tovar:
Reportajes, entrevistas y notas informativas en relación al quehacer UNEFISTA (el participante que desee incluirse en esta sección, debe considerar el hecho de disponer su tiempo para cubrir eventos).

-Actualidad:
Breve resumen noticioso del contexto Internacional, Nacional, Regional y Local; se elabora basándose en la recopilación de informaciones publicadas en los diarios de común circulación o de Internet.

-Reflexiones:
Artículos de opinión en relación al mundo de las artes; cine, música, artes plásticas, danza, teatro entre otros.

-Arroz con mango:
Espacio informativo de encuentro en cual se publicarán los sociales UNEFISTAS, recetas de cocina, caricaturas o notas frescas.


*CUARTILLAS:
Hoja tamaño carta, márgenes superior e inferior 2 cm., izquierdo y derecho 3 cm., 5 párrafos de 5 líneas con sangría de 1 cm. al inicio de cada uno. Título de la redacción en mayúscula sostenida y negrita. Nombre, sección y número de cédula del estudiante en la esquina superior derecha.

jueves, 4 de octubre de 2007

La piscina














Osío, R. “La piscina”. [en línea].
Disponible en: http://www.el-nacional.com
[Consulta: 27 de sep. 2007].

La añoramos en los momentos de mayor calor. Chico, quién pudiera meterse ahora en una piscina, vale. Uno está en una buseta soportando una bachata cantada por una suerte de castrati puertorriqueño, con todo el espacio individual invadido por los otros y revisando que la cartera esté en su sitio cada 30 segundos, y sueña despierto con ese rectángulo de azul brillante que emite una invitación irresistible con cada ondulación de su discreto oleaje.

Pero la piscina es algo más que eso.

Una piscina transforma la realidad que la circunda. Claro, eso se siente más cuando lo que vale es el goce del agua, aunque haya niños brincando y gritando; una piscina con cornetas gigantescas cerca, con un "animador" que destroza todo su efecto tranquilizador ha sido despojada de sus virtudes, como un museo que se usa para colgar propaganda.

Cuando entramos a ella, sea de chapuzón –retomando la presión infantil por competir con los clavados– o poco a poco, con las puntas de los pies liderando al resto del cuerpo, cambiamos de elemento hacia un mundo donde se altera nuestro peso, el oído registra otras sensaciones, la vista es interrumpida por la densidad del agua y los pulmones claman por atención. Esa película fría y tiesa de agua que nos escanea a medida que nos sumergimos nos lava no sólo por fuera; inunda de algún modo nuestras habitaciones interiores. Cubiertos por el líquido, escuchamos nuestros corazones, el crujido de los huesos, el despliegue de los ligamentos, y nos preguntamos si es así como es el sueño; si será así, también, la muerte.

Ya con la cabeza afuera, resoplando, no es tanto una victoria sobre el calor sino un placer que lo justifica, que lo explica. El azul del agua refleja y comenta el azul del cielo, cuya infinitud remeda en la zona más profunda. En los segundos siguientes reaparecen los otros: los chamos de pieles brillantes como delfines, que pueden pasarse horas interminables midiendo el tiempo que se mantienen sumergidos o haciendo resbalosas pirámides de brazos y piernas; los gordos que gozan de la sensación de ser livianos y que buscan masajearse los lomos cansados con los chorros de agua nueva; los silenciosos deportistas, que suspenden todo contacto humano para dar disciplinadas brazadas de un extremo a otro, como si estuvieran tejiendo con su estela; incluso los amantes furtivos, que tocan lo que afuera no se osan tocar, creyendo que el líquido movedizo ocultará sus pasiones a los ojos impertinentes.

Desde ahí, la ciudad o el hotel o el polideportivo lucen remotos, a pocos metros pero como detrás de una pared invisible, como pertenecientes a una dimensión alterna. Hay una gente fronteriza, que intenta (y a veces lo logra) leer, escuchar música, meditar o broncearse en la orilla, sobre una toalla o una silla, y ejercen un pasivo descontento contra las perturbaciones que vengan del mundo exterior o de la piscina misma. Ellos son parte de una especie de sociedad de castas que se genera en las piscinas concurridas, distribuida según la cercanía al centro o la periferia. Hay gente en el núcleo, hundida, aguantando el aire, viviendo la experiencia al extremo; otros más que flotan con la nariz y el whisky a salvo; otros que entran y salen, repitiendo zambullidas; y unos más, los desterrados, que por decisión propia u obligación laboral sirven de mensajeros con el espacio exterior, llevando y trayendo tragos, lociones, toallas o tequeños.

Al salir de la piscina, con mejor suerte que los abejorros que flotan muertos en los rincones y los filtros, somos otros. Por un ratico. Nuestros dedos tienen mapas irrepetibles de un desierto ventoso. Chorreamos un agua que peina hacia abajo el vello corporal y se estrella escandalosa contra los poros del cemento. Hay un segundo de desencuentro, de extrañamiento, como si siempre hubiéramos estado nadando y es ahora que por primera vez tocamos tierra: una tenue parodia del alumbramiento. Y vienen el hambre y el sueño, como si arribáramos de un largo viaje.

Elementos de portada y páginas interiores.






































Vilatersana, I. “El periódico”. [en línea].
Disponible en: http://www.xtec.es/~ivilater/eldiari.pdf.
[Consulta: 16 de sep. 2007].